sábado, 29 de enero de 2011

Sábado, es imposible no pensar en tí...

Aunque lo parezca, ni siquiera pienso en la infinitesimal probabilidad de acabar la noche con él.
Los nervios de mi estómago no dicen lo mismo.
Sin embargo, en un intento de auntoconvencimiento he conseguido convencerme (valga la redundancia). Pensaré en mí, en esos malditos exámenes, en el autobús de las 6 de la mañana, en disfrutar el momento y si le veo, después del momento de ahogo típico, intentaré no aparentar que por dentro me muero de ganas de besarle hasta que salga el sol. Y me marcharé a casa feliz, sonriendo, escuchando música alegre y pensando en el próximo sábado.

viernes, 28 de enero de 2011

Otro 28 de Enero

Hace tres años era lunes. Hacía como medio año que te había conocido y no había momento del día en el que salieras de mi cabeza. Lloraba todos los días. Odiaba la distancia. Además, habías decidido desaparecer por completo de mi vida y yo no entendía nada.
Era lunes.
Era lunes y se te ocurrió volver a hablarme, como si nada. Comentaste que habías venido por aquí y te habías acordado de mí, que tenías ganas de saber de mí y que, a pesar de haberlo intentado porque creías que iba a ser fácil, no habías conseguido olvidarme.
Yo hice una pausa para reponerme al leer tus palabras, estába llorando como una tonta y dije que te diría la verdad. Mi verdad era la misma que la tuya, que eras especial para mí, que no había sentido eso nunca, que quería mandarte a la mierda para siempre pero era incapaz de hacerlo y que, lo estába pasando mal.
Decidimos volver a ser nosotros, como amigos y tu añadiste un: 'que a mi me gustaría estar contigo para siempre, pero como amigos es lo mínimo'. Volví a llorar. Te comenté mi viaje a Barcelona en marzo y tanto tú como yo, fuimos un poco más felices.

Hoy, tres años después, no puedo evitar recordar momentos como este porque lo nuestro está más que acabado. No nos quedó ni la amistad esa que me prometías.
Pero te recuerdo, porque fuiste el único que dijo quererme y al único que he podido decir 'te quiero'.

miércoles, 26 de enero de 2011

Monotema recurrente

''Y se dilatan tus pupilas
si te dicen que lo han visto pasear,
y se humedecen tus ojitos
cuando sueltan que iba con alguien más''

Sí, debería de estar estudiando a tope, pero ¿cómo puedo sentirme tan sumamente identificada con tantas frases de canciones? Sin ir más lejos ésta es la que más describe el momento clave que sufro muchos sábados. 'Mira, el escritor!' 'Me han dicho que el escritor está por aquí'
Y mis pupilas se dilatan si me cuentan que le han visto pasar... pero muy a menudo se humedecen mis ojitos cuando sueltan (o yo misma veo) que iba con alguien más.
Y ya está, me voy a dormir o a maldormir, a pensar o malpensar, a dar vueltas en la cama. Mañana me espera un día duro.

Seis noches, siete...

La radio ha dicho al fín qué sucederá, que todo exceso vuelve como un boomerang. Somos portada con tremendo titular, nos dan seis noches, siete, vamos ¿quién da más, tú?. Incluso han puesto fecha de caducidad.
Y aun así... pienso quedarme hasta el fín, hasta que digas: ''no da para más''


Estoy segura de que esta historia tendrá su fín, como todas las anteriores. Al principio me extrañaré, pero con el tiempo sabré acostumbrarme a mi nueva situación. No es nada nuevo para mí. Ójala me equivocase.
Al principio parecía algo casual, luego se transformó en la novedad, un día hablé en pasado y al otro ya lo estábamos retomando. Hoy, me duele pensar en que el próximo capítulo tenga por título: rutina.
Eso sí, pienso quedarme hasta el fín, hasta que me diga que no da para más.

sábado, 22 de enero de 2011

Son tus manos, son tus manos, son tus manos...

Sábado, es imposible no pensar en tí.

Aunque me haya autoconvencido de que es un martes cualquiera, ni la programación de la tele quiere seguirme la corriente. Hace mucho frío, eso sí, pero podría aguantarlo a la vez que aguanto una litrona de calimocho en la otra mano.
Me voy a quedar en casa, muy a mi pesar. Dormiré pronto y me levantaré para estudiar. Hoy no es día de vagabundear de bar en bar hasta las mil, ni de que me invites a tu casa a dormir, hoy no toca tocarte ni que me toques tu a mí. Y mañana no tendré resaca y sobre todo, no tendré resaca de tí.

miércoles, 19 de enero de 2011

Mal-Bendito escritor

Y todo por este beso
que es la única verdad,
iría hasta el mismo infierno
por medio minuto más.

Estúpidas despedidas,
no puedo decir que
tu boca es mi perdición,
¿es que no lo ves?
Tu boca es mi perdición,
¿es que no me crees?
Tu boca es mi perdición
y quiero perderme.


Estúpidas despedidas con falsas promesas. Malditos sábados y malditas las mañanas de los domingos. Malditos los bares, el calimocho, esas calles... Maldita tu barba, tu pelo, esos ojos azules, el ruido de la hebilla de tu cinturón. Maldita yo misma, por ser tan vulnerable en cuanto apareces.
Bendito el lugar y el motivo de estar ahí, bendita la coincidencia. Bendito el reloj, que nos puso puntual ahí, bendita sea tu presencia.
Y no sabes cuánto me alegro de poder maldecirte cada semana. Y no sabes lo que daría por un poco más de tí.

lunes, 17 de enero de 2011

Quiero que sepas que eres el culpable de que hoy me sienta extrañamente bien...

36 horas sin dormir.
Noche de sábado rara, mañana y tarde de domingo, más.
Mi escritor tuvo la ocurrencia de aparecer con un carrito de bebé en el que llevaba un litro de cerveza, me llevó un rato a mí y me propuso pasar la noche juntos, luego le perdí de vista.
Horas después nos reencontramos en otro bar, y a las 11 de la mañana poníamos rumbo hacia casa de unos amigos a los que yo, ni conocía. Jugamos al trivial, ganamos, bebimos, nos reimos, nos aburrimos y nos dimos amor en una cama ajena, para acabar bien el día.
Le conocí un poco más, ví su lado más profundo y serio, nos contó la historia de su vida y nos habló también del amor de su vida. Yo me carcomía por dentro, pero verdaderamente agradezco eso de haber sabido más de él y habernos besado estando sobrios. Nos despedimos con un: ya nos veremos en los bares.
Y sabiendo que yo al sábado que viene no saldré y él comentaba que tampoco, me centraré una semana, hasta que a la siguiente, nos volvamos a ver, o no.

http://www.youtube.com/watch?v=VAUChq5QlpQ&feature=fvsr

viernes, 14 de enero de 2011

''Te vigilo cuando duermes, es tu hora de moverte''

Será que nunca había tenido esta sensación. Será que no tengo cosas mejores que hacer o pensar.
Sin embargo no es nada de eso porque sí, esta sensación me es más que familiar y cosas que hacer y pensar, tengo muchas mejores.
Pero ya ves, sigo en mi línea, discontinua, pero aun así, línea.
Hoy es viernes, la semana ha pasado rápida y he vagueado más de lo que debería. Y aunque he visto que los esfuerzos de estos 4 meses han sido compensados, aun así, no me vale. Entonces se supone que debería replantearme todo un poco, pero mis institos más primitivos tiran de mí con mucha más fuerza. Todo se resumiría en una simple (o no tan simple) palabra: sábado.
Sábado y vuelvo a entrar en ese bucle-circulo-vicioso de cada semana. Pero no voy a ser repetitiva con palabras como: taxi, ascensor, babuchas, blablabla,... porque voy a superarlo. Aunque sé que puede seguir alargándose la situación unos días (por no decir meses) más. Porque por las noches somos tanto, pero al despertar se nos olvida. Y mañana, a pesar de tener sacos y sacos llenos de responsabilidades que cumplir... haré caso a esos institos primitivos que siempre acaban por hacerme sufrir. Sólo por verle aunque sea dormir...


Si al despertar, sin brumas ni presagios,
podemos aspirar a todo y nada.
Y al despertar, si lo hemos olvidado,
quizás no habrá final.
Y sin manera humana
de asombrarnos mutuamente,
sólo queda ser sensatos
y aceptar que siempre fuimos
satélites de amplia trayectoria,
tantas veces intangibles,
de aquellos que sólo alumbran
cuando dejas de buscar.
Y si al final, dormimos sin hablarlo,
no nos influirá de modo alguno.
Y al despertar, si lo hemos olvidado,
quizás no habrá final.





martes, 11 de enero de 2011

Fluctuaciones de sentimientos

La montaña rusa de sentimientos ha vuelto. Podría también hacer el símil con las fluctuaciones del PIB o los ciclos de una economía. Unas veces tan arriba y otras tan abajo...

El sábado, sobre las 4.20 de la madrugada estába subiendo a pasos agigantados y alcancé la cima creo que en ese momento en que te estuve observando mientras dormías. Llegué a mi casa con una amplia sonrisa, aún me mantenía en lo más alto. Por la tarde me venció el cansancio de no haber dormido lo suficiente y, el lunes, ya estába cayendo en picado. Hoy martes, y después de soñar toda la noche contigo y tus desplantes, me encuentro en lo más profundo del pozo.

Época de exámenes, de dormir poco, de pensar mucho, de no salir nada... lo que implica: no verte en unas semanas, que te olvides de lo bien que lo pasamos y busques a otra, que volvamos a vernos tras un tiempo y ya nada sea lo mismo, que no cojamos más taxis juntos, no volver a ver tus babuchas, no besarte y no volver a sonreirnos como tontos,...

Si pudiera transformar nuestras noches en un ciclo sin final. Podría ser tan fácil, sería espectacular si fueran reversibles aquellas noches de incendio.

lunes, 10 de enero de 2011

Vacaciones de soma

Un sólo centímetro cúbico de soma cura diez sentimientos melacólicos y, recuerda que, un gramo es mejor que un terno.

Cuánto daría yo por tener ese gramo de soma a mano... Aunque no sé si tendría que tomar algo más, porque estoy llena de sentimientos melancólicos.

domingo, 9 de enero de 2011

Peor para el sol

Otra vez domingo y vuelta a empezar.
Siento en el estómago esa sensación de bienestar, los rescoldos de una buena noche.
Seguimos esa rutina que tanto nos cuesta romper del calimocho en el parque y de cabeza a nuestro bar. Ayer, quisimos cambiarla un poco perdiendo más verticalidad de la normal y acabamos viendo el mundo desde el suelo mientras la gente nos miraba raro, muy raro.
Con esto de la ley anti-tabaco se me hacía extraño pensar como iban a ser a partir de ahora las noches sin nubes de humo, sin holor a tabaco hasta en los huesos, sin fumar un cigarrito mientras gritas tu canción favorita.
Pues bien, llegamos al bar y a pesar de no existir esa nube de humo había buen ambiente. Seguimos bebiendo de vasos ajenos, cantamos canciones que hoy no recuerdo y hablamos con mucha, mucha gente. Salimos fuera a echar un cigarro y le ví. Tuve que sentarme en el suelo unos segundos antes de, sin pensar, ir corriendo hacia él para saludarle. Me gané un giro de cara tremendo y... entré al bar despotricando. Aun tuve que aguantar un desplante más, pero no hubo tercero porque me volvió a besar y sonreir. Acto seguido preguntó que dónde dormía esa noche y sin pensarlo dije que en su casa. Asi que después de mendigar un cigarro y comprobar que todos los portales estában cerrados, fuimos dando tumbos en busca de un taxi en dirección, como no, a su casa.
Al llegar, no pude evitar decir que su portal parece la cárcel, su cárcel. El ascensor de nuevo se abrió un piso antes del séptimo cielo y en su habitación, hice mención especial a sus graciosas babuchas. Las horas pasaron rápidas entre besos y abrazos y algún que otro ronquido. Volví a dormir a su izquierda y le observé algun rato mientras dormía. A las once y media le desperté y me acompañó a la puerta, despidiendome con un: 'hablamos, ¿vale?' cerró la puerta.
Otra noche, otra vez, para empezar bien el año, con ese maldito escritor que es mi debilidad.

En mi casa no hay nada prohibido, pero no vayas a enamorarte, con el alba tendrás que marcharte para no volver olvidando que me has conocido, que una vez estuviste en mi cama...

viernes, 7 de enero de 2011

Escritores que no saben escribir

No eres un tipo que busque problemas, aun así, sólo pienso en volver a verte.

Me apetece, volver a besarte, volver a cojer un taxi hacia tu casa, ver tu portal y decir que es la cárcel, subir en el ascensor, entrar en tu habitación, reirme de tus babuchas, que me des calorcito y que, como siempre, te quedes dormido tan abrazado a mí y me respires en la cara.
Quiero, volver a ver tu boina, esos pantalones, tus botas que dices que hacen que te huelan los pies, la camiseta amarilla, tu jersey puesto del revés, tu mochila Quechua, tu móvil blanco, tu tatuaje.
Sueño, con volver a montarme en tu coche, ese tan viejo y en el que hace tanto frío. Que enciendas la calefacción, que me lleves a casa mientras encuchamos Andrés Calamaro, reirme al ver las pegatinas de Bob Esponja de la guantera y que me beses en cada semáforo.
Daría tanto por que volvieras a decirme: 'me encantas'...

jueves, 6 de enero de 2011

Hay caprichos de amor que una dama no debe tener

Volví al bar a la noche siguiente a brindar con su silla vacía. Me pedí una cerveza bien fría y entonces, nose si soñé o era suya la ardiente voz que me iba diciendo al oido: ''me moría de ganas, querido, de verte otra vez''

Doy pena, pero sólo pienso en que el sábado aparezca por mi lado ese escritor que no sabe escribir y me proponga, una vez más que un piso antes del séptimo cielo se abra el ascensor.

miércoles, 5 de enero de 2011

Recuerdo que al llegar ni me miraste...

Año nuevo, vida ¿nueva?

La nochevieja transcurrió como una noche cualquiera, con sus risas, el calimocho, los cigarrillos, las fotos sin sentido, mucha gente conocida, mucha desconocida...

Él apareció más borracho de lo normal, echándole la culpa al ron, y estuvo más simpático que nunca. Nos miramos y hablamos y no, no nos besamos, aunque los dos lo estábamos deseando.
Poco después alguien me habló de otro alguien, sí, mi escritor. Sentí ahogo, para empezar el año tal y como lo había terminado. Al poco rato apareció, quería pasar de largo, pero no le quedó otra que felicitarme el año y continuar su marcha con otra cojido de la mano. Una más de cientos.
Y la noche siguió pasando entre besos en los baños, locuras, gritos, saltos y muchas, muchas felicitaciones del año.

Desayuné aun borracha con mis padres y abuelos en el salón, mientras comentába lo bien que había ido la noche. Mentí. La noche hubiera ido siempre mejor si él, que jugába al billar con esa otra, se hubiera acercado y me hubiera propuesto desayunar en su casa.

No sabía del desierto

No sabía que también había desiertos que desembocaban en el mar. Recuerdo cómo durante aquellos primeros meses del año, un sentimiento devas...