Creo que, para su evasión, aprovechó una migración de pájaros silvestres. La mañana de su partida puso bien en orden su planeta. (...)
Y cuando regó por última vez la flor, y se dispuso a ponerla el abrigo de su globo, descubrió que tenía deseos de llorar.
- Adiós- dijo a la flor.
Pero la flor no le contestó.
- Adiós- repitió.
La flor tosió. Pero no por el resfriado.
Y cuando regó por última vez la flor, y se dispuso a ponerla el abrigo de su globo, descubrió que tenía deseos de llorar.
- Adiós- dijo a la flor.
Pero la flor no le contestó.
- Adiós- repitió.
La flor tosió. Pero no por el resfriado.
- He sido tonta- le dijo por fin-. Te pido perdón. Procura ser feliz.
Quedó sorprendido por la ausencia de reproches. Permaneció allí, desconcertado, con el globo en la mano. No comprendia esa calma mansedumbre.
- Pero, sí, te quiero- le dijo la flor-. No has sabido nada , por mi culpa. No tiene importancia. Pero has sido tan tonto como yo. Procura ser feliz... Deja el globo en paz. No lo quiero más.
(...)
- No te detengas más, es molesto. Has decidido partir. Vete.
Pues no quería que la viese llorar. Era una flor tan orgullosa...
(El principito y el zorro)
- Ve y mira nuevamente las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás para decirme adiós y te regalaré un secreto.
El principito se fue a ver nuevamente las rosas:
- No sois en absoluto parecidas a mi rosa: no sois nada aún- les dijo-. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como era mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Y las rosas se sintieron bien molestas.
- Sois bellas, pero estáis vacías- les dijo todavía-. No se puede morir por vosotras. Sin duda que un transeúnte común creerá que mi rosa se os parece. Pero ella sola es más importante que todas vosotras, puesto que es ella la rosa a quien abrigué con un biombo. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté. Puesto que es ella la rosa a quien escuché quejarse, o alabarse, o aun, algunas veces, callarse. Puesto que ella es mi rosa.
Y volvió hacia el zorro:
- Adiós- dijo.
- Adiós- dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
- Lo esencial es invisible a los ojos- repitió el principito, a fin de acordarse.
- El tiempo que perdite por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.
- El tiempo que perdí por mi rosa... -dijo el principito, a fin de acordarse.
- Los hombres han olvidado esta verdad- dijo el zorro-. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
- Soy responsable de mi rosa... -repitió el principito, a fin de acordarse.
PD: y siento si hago este simil sobre la rosa y tú, y siento compararte con una flor. Pero me siento tan indentificada con estas escenas, que solo me falta tener un planeta y poder regarte cada mañana.
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