miércoles, 5 de enero de 2011

Recuerdo que al llegar ni me miraste...

Año nuevo, vida ¿nueva?

La nochevieja transcurrió como una noche cualquiera, con sus risas, el calimocho, los cigarrillos, las fotos sin sentido, mucha gente conocida, mucha desconocida...

Él apareció más borracho de lo normal, echándole la culpa al ron, y estuvo más simpático que nunca. Nos miramos y hablamos y no, no nos besamos, aunque los dos lo estábamos deseando.
Poco después alguien me habló de otro alguien, sí, mi escritor. Sentí ahogo, para empezar el año tal y como lo había terminado. Al poco rato apareció, quería pasar de largo, pero no le quedó otra que felicitarme el año y continuar su marcha con otra cojido de la mano. Una más de cientos.
Y la noche siguió pasando entre besos en los baños, locuras, gritos, saltos y muchas, muchas felicitaciones del año.

Desayuné aun borracha con mis padres y abuelos en el salón, mientras comentába lo bien que había ido la noche. Mentí. La noche hubiera ido siempre mejor si él, que jugába al billar con esa otra, se hubiera acercado y me hubiera propuesto desayunar en su casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No sabía del desierto

No sabía que también había desiertos que desembocaban en el mar. Recuerdo cómo durante aquellos primeros meses del año, un sentimiento devas...