sábado, 28 de noviembre de 2015

El poder del ahora

Hoy tuve una "idea feliz".

Quizá nunca te quise, porque de haberlo hecho nunca me hubiera prestado a regalarme a otras bocas o a buscar abrazos de desconocidos. Siempre pensé que tu falta la suplía así, buscándote en otros cuerpos, ninguno se te llegó a parecer. Puede que sin más, fuera la edad, la situación complicada, la curiosidad...

Puede que nunca llegase a pensar en ti ni cuando en plena madrugada, marcaba tu número de memoria, el cual había borrado horas antes.
Puede que me quisiera agarrar a ese clavo ardiendo para seguir viviendo de la pena.

Y aún así viví de la pena y el dolor, la desesperación y la desidia durante cuatro largos años, con pequeñas recaídas, incluso ahora, sólo por el vicio de sufrir.
Te puse de excusa en mil y un situaciones aun a sabiendas de que, como bien digo, era una excusa. Mi animadversión al compromiso, te lo achaqué a ti, a tu manera de ir y venir y de no saber cuándo volverías a aparecer.

Y te lloré, como si el mundo fuese a acabarse si yo no lloraba. Como si llorando fuera a solucionar los problemas del universo. Como si en cada lágrima me explicase a mi misma, que la solución era esa y solo esa.

Y te perdí, o eso creía hasta esta tarde. Porque era la excusa de perderte la que me hizo actuar cual pollo sin cabeza durante aquellos meses con el escritor de ojos azules. Porque perderte, era ganar yo la batalla, esa que NUNCA luché. Porque nunca te quise, pero me viniste bien todo ese tiempo. 

Porque no hay ni tiempo ni cura, solo egoísmo. Egoísmo y no el tuyo que siempre odié, egoísmo mío, por sujetar esos jirones de nada que tuvimos. 

Porque nunca fuimos. 
Porque solo AHORA todo tiene sentido. 
Y en ese ahora, no existes, por lo que nunca has existido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No sabía del desierto

No sabía que también había desiertos que desembocaban en el mar. Recuerdo cómo durante aquellos primeros meses del año, un sentimiento devas...