Cada vez me cuesta más despedirme de ti. Estaba segura de que con el tiempo sería más fácil, porque serían muchos 'hasta luego' que no dolerían tanto como un 'adiós'. Equivocada, he descubierto que con los días el sentimiento anidado en mi pecho, se vuelve más doloroso cada vez que uno de los dos tiene que marcharse.
Yo sonrío mientras nos besamos y hablamos del próximo encuentro, él sereno asiente, sonríe y parece no importarle demasiado. Es todo fachada, porque yo por dentro me rompo y esos primeros minutos separados salen a borbotones de mis ojos. Se me llena la cabeza de recuerdos y como siempre, maldigo perder el tiempo o no saberlo aprovechar lo suficiente; que no estoy segura de sí todos esos momentos de silencio abrazados cuentan como positivo o negativo en el balance.
Y vuelta a empezar de nuevo, una despedida, un reencuentro, otra despedida, otro reencuentro,...
Lo mandaría todo a la mierda de no ser cómo me siento cuando estoy con él, lo tiraría todo a la basura de no ser porque sólo necesito apoyarme en su pecho para demostrarme que no necesitaría nada más para vivir. Y mirarle mientras duerme, acariciarle la cara y sonreír aunque no me vea, la perfección de ese momento indescriptible...
Aunque duelan las despedidas, aunque duelan los kilómetros, quiero seguir pa'lante.
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