Ver aparecer su camiseta amarilla vaticinaba lo que, tal vez, iba a pasar.
No caer en la tentación, no era fácil. Aún así te hiciste de rogar cómo yo lo hice. Y cayó una gran tormenta que nos obligó a esperar mientras cultivábamos esas ganas de volver a pasar la noche juntos.
Aunque no fueron muchas horas, volvimos a revivir ese invierno, que convertimos en primavera, en pleno verano.
Ahora sólo me quedará el recuerdo, una vez más, hasta que cualquier noche de otoño olvides tus obligaciones y me des un poquito de ti.
Otra vez, mi escritor de historias de una noche.
Y sé que a veces piensas que estoy algo ida, pero nunca pierdo una sola oportunidad de admirar como te deslizas como si fueras de viento y al contacto con mis dedos te desvanecieras....
No hay comentarios:
Publicar un comentario