domingo, 3 de julio de 2011

Imposible era no tentar a la suerte una vez más...

Ver aparecer su camiseta amarilla vaticinaba lo que, tal vez, iba a pasar.
No caer en la tentación, no era fácil. Aún así te hiciste de rogar cómo yo lo hice. Y cayó una gran tormenta que nos obligó a esperar mientras cultivábamos esas ganas de volver a pasar la noche juntos.
Aunque no fueron muchas horas, volvimos a revivir ese invierno, que convertimos en primavera, en pleno verano.
Ahora sólo me quedará el recuerdo, una vez más, hasta que cualquier noche de otoño olvides tus obligaciones y me des un poquito de ti.

Otra vez, mi escritor de historias de una noche.




Y sé que a veces piensas que estoy algo ida, pero nunca pierdo una sola oportunidad de admirar como te deslizas como si fueras de viento y al contacto con mis dedos te desvanecieras....

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No sabía del desierto

No sabía que también había desiertos que desembocaban en el mar. Recuerdo cómo durante aquellos primeros meses del año, un sentimiento devas...