sábado, 16 de julio de 2011

Tengo el corazón a punto de estallar...



Te odio por los días que has estado sin estar dentro de mí.
Te odio como nadie en este mundo te odiará.
Te odio como no se puede odiar a nadie más.
Te odio porque siempre sigues, siempre sigues, siempre sigues, siempre sigues ahí.
Olvidaste en mi alma el cuaderno en el que solías preguntar:
'¿cuántos días quedan para vernos?'.
¡Tengo el corazón a punto de estallar!

jueves, 14 de julio de 2011

Jóvenes promesas, no, no teníamos nada...

No es fácil describir lo que estaba sintiendo en aquellos momentos. Aun hoy, no sabría describirlo.
Con cuatro años a las espaldas desde aquel día de julio.

Reescribir una vez más aquella historia sería absurdo, repetir aquello de: ''no sé si fue el destino o la casualidad, pero al llegar él estaba allí'', sería excesivo.
Los recuerdos me abruman, se me amontonan en la cabeza y quieren salir en forma de lágrimas.

Otro 14 de julio. Este, tal vez, tiene un sabor más amargo. No sé si sabe a derrota o, más bien, a resignación.
Y ya no queda nada, sólo alguna foto y muchos muchos momentos grabados en mi mente. Cientos de miradas, un guiño de ojo, su sonrisa, el reloj de mi padre que marcó la hora exacta del momento exacto, un bolígrafo rojo, mi temblor de manos, dos besos en la mejilla, la primera despedida, una corta pero larga espera,... Y sobre todo queda ese sentimiento que, en su momento, no pude comprender.
Guissona, donde empezó todo, donde mi historia cambió para siempre.





Ya ves te estoy mintiendo,
ya ves, no lo he podido aceptar,
que aun te eche de menos
y que este menos vaya aún a más.

Ahora miento casi siempre,
todo el mundo lo hace.
Engaño a otros y me engaño a mí,
¿para qué diablos sirve la verdad?



domingo, 3 de julio de 2011

Imposible era no tentar a la suerte una vez más...

Ver aparecer su camiseta amarilla vaticinaba lo que, tal vez, iba a pasar.
No caer en la tentación, no era fácil. Aún así te hiciste de rogar cómo yo lo hice. Y cayó una gran tormenta que nos obligó a esperar mientras cultivábamos esas ganas de volver a pasar la noche juntos.
Aunque no fueron muchas horas, volvimos a revivir ese invierno, que convertimos en primavera, en pleno verano.
Ahora sólo me quedará el recuerdo, una vez más, hasta que cualquier noche de otoño olvides tus obligaciones y me des un poquito de ti.

Otra vez, mi escritor de historias de una noche.




Y sé que a veces piensas que estoy algo ida, pero nunca pierdo una sola oportunidad de admirar como te deslizas como si fueras de viento y al contacto con mis dedos te desvanecieras....

No sabía del desierto

No sabía que también había desiertos que desembocaban en el mar. Recuerdo cómo durante aquellos primeros meses del año, un sentimiento devas...