Lunes con forma de domingo. Incluso diría que tengo resaca. Ya no sé si es resaca de calimocho, cerveza o de él. Tal vez sea lo último que se me junta con esa idea de que cada noche, es la última.
Dicen que la última noche duele más, pero ¿cómo sabré que todo se acaba?
Me angustio. Me angustio incluso más que cuando le veo besar a otras.
Y me arriesgo a decir que no siento nada por él mientras me hablan de su barrera y su afición por dominar la situación.
Muero si no le vuelvo a ver...
Sólo quiero volver a vivir o revivir esos momentos de silencio, de su mano agarrando con fuerza la mía, de los besos delicados, de las miradas en la oscuridad, de las tiernas despedidas, de los encuentros llenos de vida, de sus palabras al oído, de sus labios rozando los mios, de su locura transitoria como la mía... Sólo quiero que siga regalándome segundos, minutos y horas de su vida.
Dicen que la última noche duele más, pero ¿cómo sabré que todo se acaba?
Me angustio. Me angustio incluso más que cuando le veo besar a otras.
Y me arriesgo a decir que no siento nada por él mientras me hablan de su barrera y su afición por dominar la situación.
Muero si no le vuelvo a ver...
Sólo quiero volver a vivir o revivir esos momentos de silencio, de su mano agarrando con fuerza la mía, de los besos delicados, de las miradas en la oscuridad, de las tiernas despedidas, de los encuentros llenos de vida, de sus palabras al oído, de sus labios rozando los mios, de su locura transitoria como la mía... Sólo quiero que siga regalándome segundos, minutos y horas de su vida.
Y, tengo tanto miedo de que olvides el camino de regreso... sin mí.
Tengo miedo, tengo frío y dudo,
y hago repaso.
Fugaz e indeterminado, como un sueño ha comenzado
esta historia y no sé, en verdad, si fue real.
Quién me iba a decir que te iba a encontrar una noche casual,
yo ejerciendo de torpe sentimental.
"¿Qué haces aquí? A punto estaba de marcharme,
qué bueno es encontrarte".
Y tú y yo inmóviles, y en torno a nosotros
giraban colores, pasaban horas, rostros.
Pasaban horas, rostros.
Pero nada de esto era importante,
"así que háblame de ti y no pares".
Apenas te dejaba la música con su metralla.
"Cuéntame cómo era todo antes".
Aunque seriamente dudo si en verdad hubo un antes,
sólo recuerdo bien, con nitidez, que hubo un después.
Entre empujones, entre la gente,
me acerco torpemente con taquicardia adolescente,
en aquel bar donde no entra ni un rayo de luz,
sé que fuera, sé que fuera amanece.
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