Dicen que rectificar es de sabios, y yo digo que si es a tiempo, mucho mejor. Había vuelto a empezar un domingo depresivo post-sábado. En vez de noche de fiesta había sido todo una broma que realmente no me apetece ni recordar. Solo diré que nos ofrecieron algo parecido a una orgía y que, la idea de ver a mi escritor con otra no me hacía mucha gracia. La indignación de su cara lo decía todo, se giró y nos dejó ahí, en ese puente que tanto incitaba a saltar. Tomé el camino del medio y me fuí a casa, esta vez no le tocó a Ismael Serrano sino a Dani Flaco.
El domingo lo pasé sumida en pensamientos autodestructivos, entré en ese círculo vicioso de: 'no me quiere nadie' y me dí a la lectura. Tuvo que ser el martes cuando, al ver una carita triste como remitente del mensaje, todo tomó otra forma. Pedías perdón, que no te guardara mucho rencor y que siguiéramos siendo amigos, tus palabras rezában que el sábado no eras del todo tú, pero que no era excusa...
El domingo lo pasé sumida en pensamientos autodestructivos, entré en ese círculo vicioso de: 'no me quiere nadie' y me dí a la lectura. Tuvo que ser el martes cuando, al ver una carita triste como remitente del mensaje, todo tomó otra forma. Pedías perdón, que no te guardara mucho rencor y que siguiéramos siendo amigos, tus palabras rezában que el sábado no eras del todo tú, pero que no era excusa...
Sus deseos son órdenes.
Me pierden los escritores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario