domingo, 12 de diciembre de 2010

Tendrías que haberla vistor morir de mal de amores...

Tendrias que haberla visto correr tras caricatos, palmeros, cantautores.

En mi caso, escritores.

Ayer todo se me hacía muy familiar. Beber calimocho en la calle hasta perder el equilibrio, hablar muy filosóficamente mientras se te congelan los pies, andar camino del bar tirando el calimocho por el suelo, llegar y no conocer a nadie, pero conocer a todos. Solas como de costumbre, pero de nuevo, en esa pared. Como aquel 21 de marzo.
Intenté disimularlo, pero sentía esa maldita necesidad de que en algun momento de la noche apareciera él y me mirase con esos ojos azules mientras me dijera: 'vamos a mi casa'. En realidad, pasó algo parecido y muy diferente. Eché un vistado al bar y para mi sorpresa (o no) ví una boina, esa boina, su boina. Se tomó un tequila y se acercó, y yo intentando disimular los nervios, le saludé con dos malditos besos. Acto seguido me desesperé un poquito más si cabe, pero no aguanté mucho más tiempo ahí. Y me fui a casa más sola que la una, con excesivas ganas de llorar, mientras escuchába Ismael Serrano.
Menos mal que soy de memoria selectiva y ya me he encargado de borrarlo todo por completo y yo ayer, no salí de casa.
Hasta el sabado (o viernes) escritor, como te dije: 'voy a ser tu peor pesadilla.'

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