jueves, 20 de mayo de 2010

22

Hoy es un día gris, de esos que el sol brilla con toda su fuerza y entrecerrar los ojos al salir a la calle se convierte en una necesidad.
Es un día de esos en los que te levantas con mal pie sin saber porqué, o sí lo sabes, porque las razones brotan por los poros de tu piel.
Hoy es jueves.
Hoy y durante los tres últimos años se ha repetido la historia. Cada año a caballo con los acontecimientos pasados.
Sólo ha sido hoy, este último año, cuando más me ha costado hacerlo. Porque ya no hay ni una luz de esperanza, ya no nos veremos en unos días, ya no hace falta ser amable. Y yo, haciendo alarde de lo mismo que en años anteriores, te he hecho saber que realmente eres importante para mí. Porque mi memoria sólo guarda esas fechas que son verdaderamente relevantes para mí y hoy, era un día de esos.

Me encanta que un día como hoy, te excuses de todos tus nulos actos de los últimos 7 meses. Me encanta que hoy, sea un poco más feliz gracias a tí.

Porque hoy, eres tú el protagonista de mi calendario: ¡FELICIDADES! (a mi barcelonés preferido.)

viernes, 14 de mayo de 2010

Odiando un viernes

Que ha vivído en un silbido, orgullosa de haber sido una yegua sin freno desgastada de andar por el suelo...

Odio ese incómodo silencio. Odio que me mires así. Odio que me hagas llorar.
Por algo yo no salía los viernes.
Lo que más odio es que seas así, que yo sea así, que no podamos estar juntos, pero tampoco separados. Y que, te falta paciencia.
Odio esa extraña fuerza que me empuja hacia tí.
Y tu me odias. Odias mi miedo al compromiso y ese miedo a sentirme maniatada, odio que me corten las alas.
Mientras tanto pasan los meses y en este juego, nadie sabe quien va a ganar, pero diré que poco a poco estás aprendiendo a jugar mejor.
Y, aunque tú no lo veas con muy buenos ojos, estoy orgullosa de haber sido una yegua sin freno desgastada de andar por el suelo...

martes, 4 de mayo de 2010

Ciertas cosas en la vida no se hicieron para mí

Hay dos días en la vida para los que no nací, dos momentos en la vida que no existen para mí. El primero de esos días fue cuando te conocí.... El segundo de esos días fue justo el que te perdí.


Sufro de fuerte dependencia de tí. Arrastro esta enfermedad desde hace tres años y conforme pasa el tiempo se hace más complicada. La distancia no es buena terapia.
Al final he optado por el camino fácil: esperar, o más bien esperar-te.
Rememorando esos días en que erámos novedad el uno para el otro, siento melancolía. Eramos dos desconocidos que con interminables conversaciones telfónicas llegaron a ser dos... dos. Llegamos a ser dos y eso es lo más importante, sentíamos esa terrible necesidad el uno del otro. Ansiábamos nuestro primer reencuentro que se convirtió en el primero de una larga lista, y que ninguno olvidaría. Sólo un mes después de conocernos.

Un poquito de valor nos faltó a ambos, aunque a mi favor tenía esa falta de madurez. Y dejamos pasar los meses y con ellos, los años. Y seguimos viendonos en contadas ocasiones en muchos y diversos lugares. Y tú seguiste haciendo crecer mis expectativas, mis ilusiones y a la vez borrándolas de golpe. No nos entendimos lo suficiente o tal vez, nos entendimos demasiado. Te quise. Dijiste que me querías. Te lo dije yo a tí.
Y el tiempo siguió pasando, como lo sigue haciendo en estos momentos. Yo aquí, dedicandote mis pensamientos y tú a saber dónde y pensando en quién.
Aun así, la dependencia que mis sentimientos tienen de tí es severa. Aunque pasen los años, aunque no me hables, aunque no quieras saber de mí, aunque ya me hayas olvidado. Yo sigo aquí, por tí.

sábado, 1 de mayo de 2010

Esperando la galerna

Has hecho que esta semana sólo sepa odiarme y arrepentirme. Me has odiado tú mismo.
Ya habías puesto como fecha esta tarde para tu particular Apocalipsis. Has sido cobarde y todo se te ha vuelto como si fuera el génesis de tu propia vida.
No me has mirado a los ojos.
Y has convertido un viernes por la tarde en la madrugada de un domingo, nuestros sábados, porque me he ido con un exagerado olor a tí.

Saco en claro que estoy más confusa, si cabe.

No sabía del desierto

No sabía que también había desiertos que desembocaban en el mar. Recuerdo cómo durante aquellos primeros meses del año, un sentimiento devas...