domingo, 4 de agosto de 2013

La cordura

He decidido ponerme a escribir para, o por lo menos intentarlo, recuperar un poco la cordura que hoy creo haber perdido.

Otra vez me he visto como entonces, cuando la incertidumbre pesaba más que cualquier otro sentimiento, como cuando casi no sabía de ti y no sé si desconfiaba o simplemente, era demasiado ingenua como para no desconfiar. En aquellos tiempos, que parecen tan lejanos y tan sólo quedan a escasos meses atrás, la distancia me mataba y con ella, los pensamientos infames sobre el qué, el cómo, el porqué y sobre todo el dónde y el cuándo. 

Siempre he sabido de ese gran defecto que nadie había podido lograr ni a atisbar, ese grande lastre que, aunque quiero muchas veces por todos los medios derribar, siempre sale a flote. Supongo que debías de llegar tú para que los celos vieran por fin la luz y con ellos, esa locura transitoria. 

Nunca me has dado motivos, nunca he tenido motivos para desconfiar de ti y, hoy en día, no los tengo, pero me es inevitable sentir celos, como siempre he dicho: ''hasta del aire que respiras''.

Será que necesitamos tropezar con muchas piedras para, en un momento dado, empezar a tener miedo a tropezar y a todas esas piedras del camino, pero tú fuiste la piedra del camino más grande de todas, de la cual no quiero separarme, pero con la cual (por supuesto) tengo miedo a terminar tropezando y caer.

Por eso hoy al haberte visto subir al autobús y comprender que, otra vez, era necesario poner distancia por unos días, he sentido como si todos mis cimientos se cayeran, como si todo lo que habíamos conseguido en medio año lo tirásemos por la borda, como si (por arte de magia) fueras a olvidarte de mí o tal vez fueras a darte cuenta de que en realidad tu vida está allí y no conmigo.

Siento, otra vez ser yo y mis pensamientos destructivos, lo siento porque aunque estos días me duelan y me duela cada palabra y cada paso que des, pronto habrán acabado y todo volverá a ser como hasta ahora. 
Siento tener tanto miedo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

No sabía del desierto

No sabía que también había desiertos que desembocaban en el mar. Recuerdo cómo durante aquellos primeros meses del año, un sentimiento devas...