Te sigo notando distante, cada vez más lejos.
Me encantaría que sólo se tratase de una de las muchas películas que yo sola me monto, de hecho, espero que sea así. De lo contrario me esperaría una batalla de sentimientos, contra mis propios sentimientos, y creo no estar preparada todavía.
Ahora me pregunto dónde han quedado esas interminables conversaciones nocturnas, los mensajes de madrugada en los que me pedías que te indicase el camino hacia nunca jamás, esas frases en las que procurabas no ser cursi para decirme lo mucho que te gustaba y las ganas que tenías de verme. Y ¿Dónde te has quedado tú? ¿En el camino volviendo a tú ciudad? ¿En mitad de esa multitud aquella noche que tuviste que perjurarme que me querías un montón? ¿En ese miedo a no tener nada que hablar, que parece, te ha dejado a ti sin habla?
Sólo espero que esto pase pronto, que te vea y sonría llena de nervios en el estómago, me baje del autobús y me beses, que pongamos rumbo a tu casa, tú de nuevo apoyando tu brazo en mi hombro, que lleguemos a tu habitación y tiremos el colchón al suelo, creando de nuevo ese microentorno nuestro, del que tanto cuesta salir.
Pero por el contrario, si estoy en lo cierto y ya te has cansado de mí, sólo necesito que me expliques cómo vivir sin ti. Que me expliques a dónde se va mi verano, tu verano y nuestro verano. Que me expliques como empezar y acabar septiembre. Que me expliques qué hacer. Que me regales un manual de instrucciones en el que todo esté detallado, desde qué hacer al despertarme hasta cómo evitar pensar en ti antes de dormirme.
Porque que todo esto haya crecido tanto no es sólo mi culpa, que los dos decidimos (tal vez inconscientemente) que no se trataría de un amor de verano, y el verano casi nos está visitando por segunda vez.
Ojala tuviera valor de ese, para poder decirte que no te noto bien conmigo y ya de paso, decirte que te quiero siempre, hasta en esas horas del día que ni existen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario