miércoles, 23 de mayo de 2012

Te mentiría

Yo ni me atrevo a recordar, ni me atrevo a sonreír, no me atrevo a ser feliz. 
Sí, tengo miedo de perder la cabeza otra vez, si por ti ya la perdí.
Tú que me haces esconder mis latidos bajo piel, no te quiero molestar. Pero yo me he empezado a encabronar, siento que no tengo nada y reviento porque sé...
Que te quiero a pesar que tu sí puedas estar sin mí, te mentiría si digo que en todo el día no pienso en ti. Porque muero al pensar que has escondido tu corazón, vuelvo a mentirte diciendo que nunca sería tu trovador. Porque muero al pensar.
Yo, que cuando duermo sueño que la luna alumbra tu piel abrazada junto a mí. 
Pero no, me despierto y tú no estás, y a mí me come el colchón y ya vuelvo a recordar...
Que te quiero a pesar que tu sí puedas estar sin mí, te mentiría si digo que en todo el día no pienso en ti. Porque muero al pensar que has escondido tu corazón, vuelvo a mentirte diciendo que nunca sería tu trovador. 
Yo me consumo en la realidad de olvidarte me olvidaré, quise intentarlo pero fallé.
Siento que te me vas a cada paso que doy sin ti, ando desnudo en la soledad, cuando te llamo no estás aquí. Déjame reventar el horizonte del porvenir, dándole al sueño una realidad con las caricias que hice por ti.


martes, 22 de mayo de 2012

Imagínanos

Te sigo notando distante, cada vez más lejos. 
Me encantaría que sólo se tratase de una de las muchas películas que yo sola me monto, de hecho, espero que sea así. De lo contrario me esperaría una batalla de sentimientos, contra mis propios sentimientos, y creo no estar preparada todavía.
Ahora me pregunto dónde han quedado esas interminables conversaciones nocturnas, los mensajes de madrugada en los que me pedías que te indicase el camino hacia nunca jamás, esas frases en las que procurabas no ser cursi para decirme lo mucho que te gustaba y las ganas que tenías de verme. Y ¿Dónde te has quedado tú? ¿En el camino volviendo a tú ciudad? ¿En mitad de esa multitud aquella noche que tuviste que perjurarme que me querías un montón? ¿En ese miedo a no tener nada que hablar, que parece, te ha dejado a ti sin habla?
Sólo espero que esto pase pronto, que te vea y sonría llena de nervios en el estómago, me baje del autobús y me beses, que pongamos rumbo a tu casa, tú de nuevo apoyando tu brazo en mi hombro, que lleguemos a tu habitación y tiremos el colchón al suelo, creando de nuevo ese microentorno nuestro, del que tanto cuesta salir.
Pero por el contrario, si estoy en lo cierto y ya te has cansado de mí, sólo necesito que me expliques cómo vivir sin ti. Que me expliques a dónde se va mi verano, tu verano y nuestro verano. Que me expliques como empezar y acabar septiembre. Que me expliques qué hacer. Que me regales un manual de instrucciones en el que todo esté detallado, desde qué hacer al despertarme hasta cómo evitar pensar en ti antes de dormirme.
Porque que todo esto haya crecido tanto no es sólo mi culpa, que los dos decidimos (tal vez inconscientemente) que no se trataría de un amor de verano, y el verano casi nos está visitando por segunda vez.
Ojala tuviera valor de ese, para poder decirte que no te noto bien conmigo y ya de paso, decirte que te quiero siempre, hasta en esas horas del día que ni existen.

domingo, 20 de mayo de 2012

Me duele el reloj

Hoy no me siento bien. Me siento como si algo no fuera del todo bien. Me siento más bien como si algo fuera mal.
Te siento distante, lejos de mí y nada tienen que ver esos 500 kilómetros que nos han estado separando desde el primer momento. Es como si yo necesitara algo más, que tú, no quieres darme. Supongo que no es nada concreto ni nada material, tampoco llega a ser nada sentimental, porque aún no sé que es ese algo.
Sólo (o ya) hace dos semanas que no nos vemos, que nos tenemos lejos, pero es como si hubieses puesto más tierra de por medio que nunca. Aunque no sé si decir tierra o hielo, porque siento frío, mucho frío.
Estás ausente, como si en un intento de huir has optado por meterte en tu cabeza, en ti mismo y no querer salir de ahí. El problema es que, yo también estoy ausente, pero al meterme en mí, cada rincón está ocupado por tus recuerdos, por tus manías, por tus maneras,...
Ahora siento miedo. Miedo como desde el primer día, cuando se me comía la incertidumbre porque no te conocía. Ahora el miedo es distinto, miedo porque te conozco lo suficiente como para decir que no quiero una vida sin ti, sin tu cara sonriente y sin tu trenza colgando del lado derecho de tu cabeza.
Me has arrancado el corazón como nadie ha podido hacerlo nunca. Estoy segura de que fui yo la que se abrió en canal para entregártelo. Has cerrado mis heridas, todo el pasado bañado en fracaso ha quedado en eso, pasado, gracias a tus tiritas. Tiritas de colores, cada una con distinta forma, recuerdo que la primera era una nube o una estrella, o más bien una nube con forma de estrella.
Y ahora qué hago si cada poro de mi piel lleva su nombre y no sé vivir sin levantarme cada día pensando en él. Que dudo de todo y de nada, porque luego llegas tú y eres la mayor certeza que puedo tener para seguir con esta locura, que parecía transitoria. 

Hoy, es domingo y puede, pero sólo puede, que ese dato haya contribuido a este estado de ánimo que está casi por los suelos.


domingo, 13 de mayo de 2012

Quizá el amor sea simplemente esto...

Quizá el amor sea simplemente esto: entregar una mano a otras dos manos, olfatear una dorada nuca y sentir que otro cuerpo nos responde en silencio.
Y, sin embargo, el amor quizá solo sea esto: (...) dormirse junto a un cuerpo que se duerme.


Para mí, es seguir compartiendo momentos. Necesitar más de 24 horas al día. Llorarte alguna noche. 
No sé si será esto el amor: despertarte por las mañanas con un beso en la mejilla, coger un autobús con los nervios del primer día, volver a mirarte y reafirmarme en lo que siento, ver películas abrazados,...
Que lo llamen como quieran, que yo a lo nuestro lo llamaré amor. Porque dos no pueden equivocarse si sienten lo mismo y si nos equivocamos, ya será tarde.
Esta historia, tan llena de distancia, tan llena de tus besos, tan llena de tus largas pestañas, de esos abrazos, de tantas despedidas como reencuentros, de planes de un futuro no lejano. Una historia llena de amor y de casualidad, de destino, de tus manos...

Quizá esto no describa el amor, o sí. Pero sólo quizá.

No sabía del desierto

No sabía que también había desiertos que desembocaban en el mar. Recuerdo cómo durante aquellos primeros meses del año, un sentimiento devas...