''Si alguien ama a una flor de la que no existe más que un ejemplar entre los millones y millones de estrellas, es bastante para que sea feliz cuando mire a las estrellas. Se dice: 'Mi flor está allí, en alguna parte...' Y si el cordero come la flor, para él es como si, bruscamente, todas las estrellas se apagaran. Y esto, ¿no es importante?''
Hace casi dos meses que una flor, una rosa, apareció en mi pequeño planeta (esa brizna que no se parecía a las otras briznas).
Ahora me preocupo mucho por ponerle el biombo cada día y resguardarla del viento, la riego cada mañana para que en ningún momento tenga sed y cada noche, le pongo su globo para evitar que ninguna bestia le pueda atacar, pues sólo tiene cuatro espinas...
No sé si será excesivamente malo tener este complejo de Principito. Nunca había sido tan Principito como hasta ahora, hasta que él se ha cruzado en mi camino y ha hecho que cada palabra suya haga crecer mi curiosidad. Ahora soy como ese pequeño niño que tanto pregunta y tan poco responde. Que adora las puestas de sol porque son tristes. Que lo da todo por una flor sin esperar nada a cambio.
Porque una vez me dijo un zorro que las personas ya no tenían tiempo de conocer nada y yo, todo el tiempo que tengo lo estoy invirtiendo en conocer y domesticar a ese ser (esa flor) que tan inocentemente me ha robado parte del corazón.
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