jueves, 18 de agosto de 2011

Tiempo, que no entiende de deseos, que no sabe lo que siento

Existe una cosa muy misteriosa, pero muy cotidiana. Todo el mundo participa de ella, todo el mundo la conoce, pero muy pocos se paran a pensar en ella. Casi todos se limitan a tomarla como viene, sin hacer preguntas. Esta cosa es el tiempo.
Hay calendarios y relojes para medirlo, pero eso significa poco, porque todos sabemos que, a veces, una hora puede parecernos una eternidad, y otra, en cambio, pasa en un instante; depende de lo que hagamos durante esa hora.
Porque el tiempo es vida. Y la vida reside en el corazón.





Y nuestras horas pasaron rápidas pero, ahora que no te tengo, el tiempo pasa lento.
Aun no veo el momento de volverte a tener delante y ver tu sonrisa. Aun no sé ni como reaccionaré entonces. Ni siquiera sé si tú ves las cosas a través del mismo cristal que yo.

Te echo de menos y no entiendo como todo este tiempo atrás he sido tan capaz de echarte de más. Gracias, gracias y gracias por aparecer, por existir y por ser como eres.


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