Diré que la noche de ayer fue diferente. Diferente a los últimos sábados en los que sólo me centraba en él y el momento de marcharnos a su casa. Diré que ese pálpito que tenía se cumplió, bendita intuición femenina. También diré que me lo tomé bastante bien el hecho de no verle aparecer. La compañía de esta noche, no tiene nada que envidiarle, nada. Y volví a mi infancia (y a la parada de autobús) cruzando las calles de la ciudad montada en una bici conducida por un guapo rastas de ojos verdes.
Lo describiría como una noche que tal vez no cumpliera mis espectativas, pero que me abrió los ojos. Porque muchas veces no veo ni lo que tengo delante, y porque un mechero es más que una excusa para conocer a alguien.
Lo describiría como una noche que tal vez no cumpliera mis espectativas, pero que me abrió los ojos. Porque muchas veces no veo ni lo que tengo delante, y porque un mechero es más que una excusa para conocer a alguien.
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