domingo, 10 de enero de 2010

Conozco un lugar.

Ayer, de nuevo, paraste el tiempo como sólo tú sabes hacer.

Una noche normal. La música iba y venía. Sonó Marea y yo de nuevo pensé en tí. Mis ojos se dirijieron a esa esquina de la barra, la que meses atrás era de tu propiedad. Nuevamente un mareo y el oxígeno me volvió a faltar. Cerré los ojos y volví a abrirlos para mirar de nuevo. Podría haber sido como siempre: un sueño, pero esta vez no, ahora era real. Habías vuelto a tu bar, a mi bar y tan elegante como siempre. Y yo volvía a marearme, como aquellos sábados cuando aparecías por la puerta, para que mentir, estába volviendo a ilusionarme una vez más. Hacía más de medio año que aquello no ocurría, tú brillando por encima de todos bajo la luz verde de aquel neón, yo sintiendo una angustia que tú calmabas con tus besos, tú guapo a rabiar, yo absurda.

Me acerqué a tí, me sentí rara al saludarte con dos besos. Fuí feliz. Feliz al volver a mirarte tan de cerca y escuchar de tu boca ese "pequeñaja". Fuí feliz porque a pesar de no besarme, sigues sabiendo de mi existencia y eso, vale más que mil besos juntos.
Y ójala pueda volver a marearme al verte. Ójala pueda volver a contemplar tu pelo, aunque sea de lejos. Ójala pueda volver a renacer cada vez que vea esos ojos verdes.
Una vez más, mi droga de cada sábado.
Elegante.

"Y es tan frecuente como extraño. Si no puede hacerte daño, no te hará feliz. Y no conozco otra manera de vivir."

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No sabía del desierto

No sabía que también había desiertos que desembocaban en el mar. Recuerdo cómo durante aquellos primeros meses del año, un sentimiento devas...