Empecé el año con él. Nos separaban más de quinientos kilómetros, pero estábamos juntos. Supongo que teníamos más ron que sangre y por eso, perdimos la noción del tiempo al teléfono. Nuestra primera conversación del año.
Lejos de felicitarnos el año nuevo nos preguntamos qué éramos y engañándonos mutuamente llegamos a la conclusión de que amigos era la palabra que nos definía, mal, pero nos definía. Estuve más sincera de lo habitual y nos dijimos demasiadas cosas. Lloré por primera vez en el año.
A las nueve de la mañana aquellas lejanas palabras te parecieron un error y cada uno desde nuestra cama nos demostramos que, aunque solos, íbamos a dormir sabiendo que nos íbamos a esperar durante estos meses de exámenes.
Yo sigo pensando lo mismo que en aquellos momentos en los que no hablaba yo sino mi corazón. Y estoy segura de que tú, sientes lo mismo. Dices que tienes una barrera, pero con un poco más de fuerza, conseguiré derribarla, tú tranquilo.
Llámalo amigos, amigos especiales, novios,... llámalo como quieras, yo contigo soy feliz. Y no pienses en cuando acabe todo sin ni siquiera haber empezado, estamos hechos de presente.
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