Quién iba a decirme a mí esa nochevieja, esa mañana del 1 de enero que, ese gracioso chico con rastas que me ofrecía un cigarro, se iba a convertir en algo así. Algo que no es nada, nada que para mí es mucho.
Y es ahora cuando mi innata inseguridad se apodera de mí. Tengo miedo.
Porque sólo hace una semana que nos empezamos a conocer y no entiendo nada. Solo sé que un colchón en el suelo con sábanas verdes, un edredón de plumas y las paredes pintadas, son todo lo que necesito para volver a sonreir.
Y es ahora cuando mi innata inseguridad se apodera de mí. Tengo miedo.
Porque sólo hace una semana que nos empezamos a conocer y no entiendo nada. Solo sé que un colchón en el suelo con sábanas verdes, un edredón de plumas y las paredes pintadas, son todo lo que necesito para volver a sonreir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario