jueves, 31 de marzo de 2022

Un año no es nada

Hace exactamente 365 días desde que no sé muy bien si propuse o acepté el plan de quedar a tomar unas cervezas contigo. 

Desde que empezó el año, traté de asimilar mi estado de ánimo a un desierto. 

    Enero fue árido, seco y caluroso.

        En febrero, distinguí a lo lejos lo que podía ser un oasis.

            Marzo me descubrió que, lejos de ser un espejismo, al otro lado del horizonte se encontraba el mar.


Recuerdo perfectamente el instante, incluso hoy puedo volverlo a sentir como entonces. Ese paso de cebra en lo que entonces era mi zona de confort, la indiferencia por bandera, tu saludo tímido y mi urgencia por que te bajaras la mascarilla.

Punto.

Se paró el mundo cuando te miré, cuando me miraste, cuando nos miramos a los ojos. 

Y entonces, quise quedarme para siempre en mitad de aquella tarde, hablando contigo. Nuestro encuentro fue (como diría Hank Moody) la tormenta perfecta

Recuerdo perfectamente el instante, incluso hoy puedo volverlo a sentir...


Hoy, rememoramos cada segundo de aquel día, como si fuéramos a ser capaces de encontrar qué hizo click y en qué momento. Recordamos los meses pasados y los pasos dados. Nos preguntamos en qué momento nos empezamos a querer. Y coincidimos que ambos somos lo mejor que nos hemos podido pasar al otro.

No sé cómo pude vivir hasta entonces sin tenerte en mi vida, me lo pregunto tantas veces que llego a pensar que los primeros 30 años de mi vida, fueron un simulacro. 

Gracias por existir y por acompañarme en este camino. 

Eres la razón por la que, cada día, todo cuesta un poquito menos.


Te quiero.







No sabía del desierto

No sabía que también había desiertos que desembocaban en el mar. Recuerdo cómo durante aquellos primeros meses del año, un sentimiento devas...